Bitácora del viaje: Entrada 3

Hoy has salido a la calle. Te duele caminar, te pesa la cabeza y sientes que en cualquier momento vas a desmallarte. Piensas en fumar un cigarrillo en la chaza de la esquina, como siempre, pero algo te detiene. Por un momento olvidas que no puedes ver por un ojo, que hace un mes que no ves por el lado izquierdo, y que todo sigue exactamente igual

Sin embargo, la voz de tu madre te hace despertar. Vamos, te dice. Hay que cruzar.

Al llegar al hospital, los doctores te revisan, uno por uno, la evolución del ojo. Irreparable, dice uno. Reparable, dice el otro. Decídanse, dice un tercero. Me duele, dices tú. Nadie te escucha. 


Finalmente te dicen que debes esperar. Sí, esperar, como quien espera una tormenta, y dejar que el tiempo hable. Llegas a tu casa y te acuestas con el olor del tabaco rondándote en la memoria.

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