Bitácora del viaje: Entrada 4

Has pensado, de nuevo, en el pasado. Pero ahora, después de tanto tiempo, no te duele hacerlo. Un escalofrío te recorre el cuerpo al pensar que, de una manera u otra, tu vida siguió su curso y estás aquí. 

Pero esa no es una razón para que te sientas abatido. Por el contrario, te sientes fuerte, renacido de tu dolor y con la experiencia más grande que has obtenido hasta ahora: el enfrentamiento cara a cara contigo y con tu dolor. 

No es fácil, piensas. No es fácil reconocerse como un individuo, sentirse triste y hacer de eso una excusa para el dolor y la frustración, piensas. Y ahora, no es fácil reconocer que tu cicatriz no es más que una marca que, por fuerza, se te instaló más en el alma que en el cuerpo.


De esa cicatriz irradia una luz que aún no logras comprender.... 

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